Debes tener al menos 18 años para leerlo, este es un trabajo de ficción, todo en esta historia proviene de mi imaginación, espero te guste, me encantaría saber tú opinión.
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Mi vida ecuestre
Capítulo 2
Recuerdo esa primera borrachera que me puse cuando estaba en la preparatoria, un grupo de cuatro amigos nos reunimos en casa de uno de ellos, nos dijo que había conseguido una botella de licor y que sus padres no estarían en casa.
Poco sabía yo entonces sobre alcohol, y debí sospechar de aquel licor que venía en botella de plástico, pero al mezclarlo con refresco y agua saborizada lo tomamos como si fuera leche chocolatada.
El malestar que tuve al despertar después de caer desmayado en el cuarto de hotel lo puedo comparar con el de la resaca que tuve después de aquel día de borrachera con mis amigos. La única diferencia, es que en esa ocasión en mis días de preparatoria sabía perfectamente donde estaba.
Fui abriendo lentamente mis ojos, la luz tenue no me dejaba distinguir el lugar, mi pecho y cara presionando el suelo, quise levantarme y no pude, mis manos las tenía atrás en mi espalda baja, quise moverlas para apoyarme pero algo las detenía, con mis dedos sentí mi piel desnuda. Se escuchaba un ronroneo y había una vibración en todo mi cuerpo, no, la vibración provenía del lugar donde estaba, moví mis piernas, tenía atados mis tobillos, mis pies tocaron una pared metálica, me giré y de unas rendijas a lo alto entraba un poco de luz. Una punzada en mi cabeza no me dejaba pensar, sentía la boca seca y mi cuerpo adolorido, ¿que me había pasado? ¿Donde estaba y porque no traía ropa? Mi corazón se aceleró un poco más por la incertidumbre.
Después de unos segundos logré deducir algo, el ronroneo que escuchaba era un motor, y la vibración era porque estaba en una especie de contenedor en movimiento. Quise gritar, pero estaba amordazado. Intenté hacer ruido, me moví bruscamente como pude golpeando las paredes con mis pies.
No tenía idea de cuanto tiempo llevaba ahí y no tenía manera de saber cuanto más transcurrió hasta que el vehículo disminuyó la velocidad y se orilló. Preste atención a lo que pudiera escuchar y pude distinguir una charla entre dos personas, comencé a hacer ruidos, balbuceos que era lo único que podía salir de boca amordazada y segui pateando la pared de metal.
"¿Que transporta?...", logré escuchar una voz acercándose, "Abra, por favor", tuve una sensación de alivió, entonces la doble puerta del contenedor se abrió, quede cegado por la luz exterior, debía ser medio día por la intensidad.
"Como dije… traigo un pony…", reconocí la voz, era el señor Benjamín. Cuando recobre la vista, vi al otro hombre, era un oficial, traté de llamar más su atención, pero que más que alguien desnudo atado de pies y manos para notar que algo andaba mal. Los ojos atónitos del oficial, que no era más que un agente en un retén carretero, se abrieron más, el semblante pacífico del señor Benjamín continuó, "Como ya le dije oficial…", vi como sacó un sobre blanco de su bolsillo trasero y lo extendió doblado al agente, "es solo un pony…". Grité y me tambalee desesperado en el suelo del contenedor al ver como el corrupto oficial abría el sobre y sin contar los billetes que había dentro dijo, "Continue su camino con cuidado".
Intenté soltarme con desesperación, mientras de mi boca salían sonidos guturales y gritos ininteligibles, quise sacudir mi prisión moviéndome de lado a lado pero era inútil, no me detuve hasta que el cansancio me ganó. No supe en qué momento me quedé dormido, pero desperté con el tambaleó del contenedor, ya no simplemente era la vibración de la carretera, debíamos ir por algún camino de tierra. Entonces, disminuyendo su velocidad, se detuvo. Mi respiración estaba agitada, mis fosas nasales se sentían irritadas, el señor Benjamín bajó de su vehículo y escuché la puerta cerrarse, el sonido de grava siendo pisada y el chirrido de las puertas traseras abriéndose. De nuevo fui cegado por la luz, pero esta vez me acostumbre de inmediato. Quise suplicar, pero de nuevo solo balbuceos salían de mi, el hombre se adentró en el contenedor y jalandome del brazo me sacó tirándome al suelo, me revolque en la tierra, el sol me cubrió, sentí su calidez en mi cuerpo desnudo.
No recordaba si el señor Benjamín era alto pero en el momento por la perspectiva de estar en el suelo, lo vi enorme, vi sus botas de trabajo acercarse a mi cara y detenerse a centímetros, algo de tierra entró por mi nariz, cerré los ojos y tosi.
"Voy a desamarrarte y no vas a hacer nada estúpido…", dijo con su voz grave y calmada, "Cortaré la soga de tus muñecas", dijo apoyándose en una rodilla y sacando una navaja Suiza de su bolsillo siguió, "y después la de tus tobillos… te vas a poner de pie… y…"
Pero en el momento que tuve mis manos libres, quité la mordaza y al tener mis pies desatados le pegué una tremenda patada que lo tiró al suelo, en ese instante me levanté y comencé a correr, estábamos en una área grande de pastizal, a lo lejos se veían árboles en todas direcciones, pensé que al llegar a ellos podría esconderme y después pensar que hacer, giré a ver al hombre y éste se había puesto de pie, limpiaba la tierra de su ropa y no le vi intenciones de correr detrás de mi, fue entonces que lo vi.
Llevaría ya una ventaja de 50 metros cuando el señor Benjamín dió un grito, "Cer...o!!", detrás del hombre estaba su camioneta y el remolque donde yo venía, el vehículo obstruia la vista de lo que era una casa, fue entonces que de repente una figura apareció a la vista, salió corriendo en mi dirección un hombre, es claro que al ser competidor de carreras estoy confiado que pocos podrían alcanzarme, pero ese hombre se acercaba a mí cada vez más rápido, volteé a ver en solo una ocasión y pude distinguir que el hombre tenía un aspecto salvaje, su cuerpo era musculoso y velludo, era de estatura baja que lo hacía verse más ancho pero fibrado, tenía el pelo corto y alborotado, se le notaba una barba cerrada, ah! Y también estaba desnudo. Corrí más rápido, intentando dar zancadas más largas hasta que de pronto di tumbos en el suelo, giramos varias veces, el hombre de apariencia salvaje se había lanzado sobre mí. Quedé tirado en el pastizal, el hombre ejercía una fuerte presión sobre mi, sentía que no podía respirar, sus gruesas manos en mis brazos y sus piernas estaban sobre las mías sometiendome, como mi mejilla estaba en la tierra no podía ver más que de reojo, percibí como su cara se fue acercando, a mi oído, el hombre gruñia. Y entonces, grité de dolor, el bruto me lanzó una mordida en la parte más sensible entre el cuello y el hombro, el trapecio. Su mordida fue agresiva, como una forma de someterme aún más.
Cuando por fin me soltó no pude resistirme, el fuerte hombre me cargó llevándome de vuelta con el señor Benjamín. Este me tiró al suelo frente a los pies del que después conoceríamos como nuestro amo. "Te dije que no hicieras nada estúpido… te presento a Cerbero", dijo el señor Benjamín, el hombre rápido se movió a un lado de él, pero no se paraba erguido, sino en cuclillas. Mientras yo me recuperaba sobre la tierra, sobé con mi mano el área donde me había mordido aquel salvaje, revisé por algún rastro de sangre pero solo tenía la marca de sus dientes, "es mi perro guardián…", fruncí el ceño confundido, pero no estaba preparado para lo siguiente, tal cual una fiel mascota, el sucio hombre restregó su varonil cara sobre la pierna del señor Benjamín, este a su vez bajó la mano para acariciar su cabello, "¿Que diablos pasa aquí?", dije entre jadeos, "¿Por qué me trajó? ¿Por qué me secuestró?", esas eran unas de tantas preguntas que tenía, no entendía porque me había privado de mi libertad de esa manera, yo no tenía dinero, no podía pedir rescate por mi.
"Te dije que yo podía ayudarte a elevar tu potencial, ¿Creíste que me refería al deporte?", su sonrisa fue burlona, "Vi en ti algo que no todos tienen, te voy a convertir…"
"¡¿Qué?! ¡¿En qué?!", pregunté enojado, "¿En un perro faldero?", de pronto agarré de nuevo valor y me puse de pie. El hombre al cual me presentaron como Cerbero gruñó al escucharme, para enseguida continuar restregando su cara en su dueño.
"Es obvio que no", dijo entre risas, "Tu eres dócil… te quebraras rápidamente, no podrías ser un perro guardián, fuerte, determinado, serás más bien una bestia de carga", entonces fue que recordé que se refirió a mi como 'pony' cuando se detuvo en la carretera.
Quisiera pensar que soy una persona inteligente, que analiza la situación y prefiere crear una estrategia. No intenté correr de nuevo, eso no me hace débil o dócil, simplemente pienso antes de actuar, y lo único que lograría corriendo de nuevo sería otro revolcon en el suelo.
"Empezaremos tu entrenamiento hoy mismo", dijo el señor Benjamín, "Pero primero hay que comer algo". En ese momento tomé conciencia del hambre que sentía, por la posición del sol debía pasar de medio día y yo no había comido nada desde el día anterior. El señor Benjamín caminó y Cerbero se paró para tomarme del brazo con su mano gruesa y rasposa y guiarme. La casa era una típica casa de campo, rústica, el hombre entró en ella y a mi me llevó el bruto por un costado hacia la parte de atrás, donde debajo de un gran árbol, había una mesa de picnic. Me senté a esperar, Cerbero de nuevo se puso en cuclillas a un lado mío apoyándose también en el suelo con sus manos, no paraba de mirarme y movía su cabeza como examinandome. Al poco tiempo salió el hombre maduro por una puerta trasera, traía dos platones consigo, llegó hasta nosotros y me puso el plato sobre la mesa, lo miré y frunci el ceño, "¿Que es esto?", pregunté sobre el contenido que parecía engrudo.
"Es tu comida", dijo el hombre, al momento que dejaba el otro platón en el suelo, Cerbero se lanzó sobre él a devorarlo, "Contiene todo lo que necesitas para estar fuerte, mira como Cerbero lo come, no tiene gran sabor, pero te ayudará a tener energía para tu entrenamiento".
"¡Usted está loco!", me levanté de mi asiento, "Tiene que dejarme ir de aquí, ¡esto es una locura! ¿Hombres de mascota? ¡¿un pony?!", era tal mi indignación y enojo que tire el platón al suelo, el hombre salvaje me gruñó pero aprovecho para devorar también esa segunda porción, esa vez tomándola desde el mismo suelo.
El semblante del señor Benjamín fue de seriedad, después aprendería que es un hombre extremadamente paciente, determinado a lograr sus objetivos sin importar el tiempo que le tome. "Bien, no comerás, pero vas a necesitar la energía para tu entrenamiento… vamos, no hay tiempo que perder".
El hombre se dio la vuelta y comenzó a caminar, si esperaba que yo lo siguiera estaba equivocado, pero enseguida tuve al bruto a un lado mío para jalarme del brazo.
Llegamos hasta un corral circular, en medio había un poste que tenía una soga atada a él, entonces fuí sujetado firmemente y de la nada el señor Benjamín colocó un aro de metal en mi cuello, "Hey! ¿Qué es esto?!", protesté, pero fue inútil, enseguida me empujaron al centro donde ataron la soga al collar, "Ahora corre", ordenó el hombre.
"¡Por supuesto que no!", dije indignado, pero entonces el hombre utilizó una vara delgada de madera y me golpeó en el muslo, grité, y volvió a pegarme, la vara dejaba una marca roja con cada estocada y punzaba hasta el hueso. Quise alejarme lo más que pudiera pero detrás de mi Cerbero gruñia evitandolo. Y como ya dije, no aceptaré que soy dócil o fácil de quebrar, pero no se iba a detener, ya pensaría después en alguna forma de escapar. Comencé a correr, dando vueltas en el corral, atado a la soga que giraba conforme avanzaba. Cada que pasaba a un lado del señor Benjamín, este me daba con la vara detrás de los muslos, yo apretaba los dientes del dolor, y más porque con cada vuelta al corral bajo el intenso sol, comencé a sudar y comenzó a arder.
No se cuanto tiempo llevaba corriendo, pero cuando traté de detenerme por cansancio el señor Benjamín me ordenó seguir, dando nuevamente los golpes en mis muslos, "¡No puedo más!", dije entre jadeos.
"¡Tonterías! Yo diré cuando sea suficiente… ¡sigue!".
Reduje el paso pero eso provocó que los golpes fueran más duros, lo que me hizo seguir corriendo, "Por favor, ya no más, ya no puedo… tengo sed… por favor…", le pedí, estaba exhausto y moría de sed, además el sol ya quemaba mi piel y los golpes ardían.
"Sabes… he comprobado que el cuerpo humano guarda una reserva de energía incluso cuando nos sentimos a punto de desfallecer, eso para tener esa reserva en situación de riesgo y poder sobrevivir… pero tu no estás en riesgo… veamos cuanta más energía tienes de reserva… ¡Cerbero!", dijo el hombre y terminó por dar la orden a su perro guardián, el cual corrió detrás de mí haciéndome seguir avanzando.
No quisiera darle la razón, pero así fue, tenía energía de sobra a pesar de sentirme a punto de desmayarme, corrí más rápido teniendo al hombre detrás de mí, una que otra vez me empujó y casi caigo, pero seguí. Cuando por fin el señor Benjamín decidió que era suficiente, caí al suelo, no me importó caer de frente en la tierra, sentí un alivio poder descansar.
Un momento después sentí unas fuertes manos deslizarse debajo de mis axilas y arrastrarme por la tierra, lo siguiente que recuerdo es caer rendido sobre una cama de paja en una pequeña choza. No se cuanto tiempo tardé en recuperarme, fue como si mi cuerpo se hubiera apagado y necesitará recargarse.
Abrí lentamente los ojos, me giré sobre el heno esparcido en el suelo y noté que en donde estaba no era una choza común, era un establo pequeño de 4 por 4, las paredes hasta la mitad dejaban ver al exterior y el techo simplemente era sostenido por vigas de madera. La puerta era una reja común, examiné mi alrededor y no había nada más que una cubeta, me asomé con curiosidad y vi que estaba llena de agua, por costumbre busqué algo con que tomar pero supe que tendría que hacerlo directamente, metí la mano para poder tomar. No terminaba de asentarse en mi cabeza la situación en la que me encontraba, alguien debería estar buscándome, estaba seguro que mi entrenador dio aviso de lo que había ocurrido, también cruzó por mi mente que quizás este era algún tipo de entrenamiento extremo ruso o quizas uno militar norcoreano, mi cabeza daba vueltas a la idea. Después esparcí un poco por mi cuello y pecho para refrescarme, fue cuando noté el aro de metal todavía en mi cuello.
"Esa es agua para que tomes…", escuché de pronto la voz del señor Benjamín, "sal, te llevaré a tomar un baño…"
Me tome un momento para pensar, ¿en verdad me estaba pasando esto?, me puse de pie, sentía mi cuerpo adolorido, cansado, me dirigí a la puerta y la abrí lentamente, de pie a unos metros el señor Benjamín esperaba junto a su perro faldero. La parte trasera de la casa daba a un camino que se adentraba entre los árboles, avanzamos unos minutos, el hombre al frente guiándome y Cerbero cuidando atrás de mi. Llegamos hasta un arroyo, era un lugar muy bonito que en cualquier otra circunstancia hubiera estado encantado de conocer, en cuanto lo vislumbramos después de pasar unos frondosos árboles Cerbero corrió a meterse, el hombre chapoteando alegre emitía gemidos y chillidos de placer, fue perturbador, que tan dañado estaba para comportarse como un animal.
El señor Benjamín buscó una roca para sentarse, "Anda… toma tu baño…", me dijo.
"Creí que…", dije.
"¿Que?... ¿Que te llevaría a las duchas… a un spa?... ¡Anda! Que no tendrás otra oportunidad".
Caminé y me adentré en el río, no era muy hondo, la parte más profunda me llegaba a medio muslo, caminé con cautela en el fondo empedrado y analizaba la posibilidad de escapar, pero de inmediato enviaría a su perro guardián a por mi.
Recogí agua con mis manos y comencé a limpiar mi cuerpo, quitando tierra y sudor. Cerbero salió del agua empapado y se sacudió antes de caminar apoyado de sus manos y pies como si fuera un perro hasta sentarse de cuclillas a un lado de su amo.
"Limpia bien todo", me dijo el señor Benjamín, "...tus axilas, tus ingles… no hay razón para estar desaseado…", yo solo asentí, "Todo he dicho…", lo miré dudoso, "Te falta ahí abajo…", entonces entendí, tomé un poco más de agua y lavé mi pene y mis testículos, "ah, ah…", dijo enseguida, "hay que descubrir la cabeza, es muy importante…", me quedé inerte un momento, ¿hablaba en serio? Entonces y solamente para su entretenimiento, tomé mi flácido pene con una mano y retraje el prepucio descubriendo mi cabeza rosada.
Quizás fue el enojo que sentía hacia el hombre que me hacía enfocarme en él, que no me percate de otra amenaza, una que comencé a temer más. Sentí una mirada fija y penetrante, era Cerbero, su pecho se hinchaba con cada respiración, lo hacía con su boca abierta, sus ojos fijos en mi entrepierna, mi mirada bajó y note su pene erecto, estaba terminando de hincharse, su prepucio retrayendose solo, descubriendo una cabeza gruesa y brillante. He visto penes a lo largo de mi vida en los vestuarios, y el de Cerbero me pareció peculiar, era algo más corto que el promedio pero si muy grueso, de pronto éste tuvo un pequeño espasmo levantandolo ligeramente. Entonces decidí girarme y darle la espalda, y en ese momento pensé que talves eso había sido mi peor error, giré solamente para ver una gota brillante colgando de la punta de la verga de Cerbero, estaba empezando a lubricar, decidí mejor sentarme en el agua y terminar mi baño.
La caminata de regreso no fue fácil, un tramo era cuesta arriba y en ocasiones tenía que inclinarme hacia adelante y poder subir, mientras que detrás de mi, avanzaba el perro guardián, escuchaba como olisqueaba y se movía de lado a lado, en una ocasión sentí su respiración cerca de mi raja, "hey!", volteé al instante, y éste tomó distancia.
Cuando regresamos a la casa el señor Benjamín volvió a preparar dos tazones de comida. Me senté a la mesa con el platón de engrudo, solo escuchaba a Cerbero engullirlo con placer. Tragué saliva y de mis enrojecidos ojos salieron lágrimas, ¿era esta mi vida de ahora ahora adelante? Al dar el primer bocado estaba aceptando esto como mi realidad. Metí dos dedos en la masa, los levanté y lo metí a mi boca. La verdad es que no tiene un sabor desagradable, más bien no tiene sabor, es una masa insípida, la sensación es blanda, con algunos trozos secos. Comí el tazón entero con lágrimas cayendo por mis mejillas. Y eso era solo el comienzo.