Debes tener al menos 18 años para leerlo, este es un trabajo de ficción, todo en esta historia proviene de mi imaginación, espero te guste, me encantaría saber tú opinión.
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Mi vida ecuestre
Capítulo 9
Cuando fui atleta adolescente yo acudía a mis entrenamientos sin necesidad de recibir una orden, no como algunos compañeros que eran llevados por sus padres o que entraban al equipo por mejorar alguna calificación, yo lo hacía por gusto, porque me gustaba el atletismo, correr me hacía sentir libre, la adrenalina de ser el más rápido, por esos pocos segundos que duraba una carrera yo no pensaba en otra cosa, yo no deseaba nada más que vivir el momento. Competir no era tan fácil como anotarse en un equipo y ya, se requería tiempo, el cual tenía, pero también dinero, ropa, calzado, los viajes a las competencias que aunque tenía el apoyo de mi tío, nunca fue igual al apoyo que recibían mis compañeros de sus padres.
Siempre busqué la manera, vendía cosas usadas, ofrecía mi ayuda a los vecinos por algo de dinero y perdí la cuenta de cuanto césped corté durante esos años de inicio de mi pubertad y toda mi adolescencia. Cuando entré a la universidad me di cuenta de otra realidad, el deporte no recibe apoyo, al menos que seas un futbolista con un gran talento, y hablo al menos de mi país, no recibirás el apoyo necesario al menos que te hayas partido el lomo sobresaliendo primero por tu cuenta. Tuve suerte de conocer a mi entrenador, él creyó en mí que incluso no dudó en sacar de su bolsa para ayudarme. Muchas ocasiones pensé en él, cualquiera que fuese mi cama durante ese tiempo pasaba por mi cabeza que estaría haciendo, ¿Me estaría buscando? ¿Habría avisado a las autoridades al darse cuenta de mi desaparición? Luego pensaba en cómo la mamá de Luis estaba casi por encontrarlo en pocos meses, ¿Sería que ni mi tío ni mi entrenador tenían la determinación de encontrarme?
Desperté por el sonido de un golpeteo metálico, levanté mi torso apoyándome con mis codos y miré. En la madrugada me habían llevado a un diminuto espacio a dormir, como estaba oscuro no distinguí bien, pero ya con la luz del día pude observar con detenimiento. Era una pequeña celda de concreto, el piso estaba cubierto de heno. "¡Vamos Champ! ¡Arriba!", dijo una voz grave, el hombre abrió la puerta de reja. Me levanté y me di cuenta no estaba amarrado, toqué mi cuello y ahí estaba el collar, entonces recordé la noche anterior, cuando nos separaron a Luis y a mi después del chequeo, a mi me pasaron a otro lugar donde me colocaron un nuevo collar, uno como el que traían Tango y Rodri, con chip de localización.
Caminé lentamente fuera del establo y miré al que conocería como mi cuidador, era un hombre joven, estaría en sus treintas, vestía pantalón de mezclilla y una camisa de botones con manga corta, a pesar de traer gorra tipo de camionero se notaba su cabello corto y castaño claro con destellos rubios naturales. Su barba era tupida y bien cuidada de igual manera entre castaña y rubia. "Me llamo Edward", noté un leve acento en su voz, como si el español no fuera su idioma nativo, "Yo voy a ser tu entrenador".
"Eh…", dudé un segundo, "¿Por qué?...¿Dónde está Luis?... ¿Qué es este lugar?".
"No se quien es Luis muchacho", dijo amablemente.
"Eeeh…", entonces tuve un breve recuerdo de la noche anterior, "¡Román! ¿Dónde está Román?", se quedó callado un momento y contestó.
"No se de quien hablas muchacho… pero quien quiera que sea, olvídalo…", quizás pensó me refería a algún familiar o un amigo, yo era nuevo para él en ese lugar, "Ten…", dijo enseguida, dándome un platón, "Lo tomé y admiré el contenido, mis ojos se abrieron al ver la variedad, fruta, verdura, avena, nueces, dudé un momento, "¡Anda! Empieza a comer… y ven conmigo".
El hombre comenzó a caminar y yo avancé detrás de él, el contenido del platón no era basto y lo comí lentamente disfrutando cada ingrediente. Mientras tanto, caminamos por un pasillo exterior con hileras de pequeños establos como en el que había despertado, todos vacíos. Al llegar al final, se detuvo y me preguntó si necesitaba ir al baño, lo miré dudoso y asentí, ya tenía mi metabolismo perfectamente acostumbrado a hacer por las mañanas al despertar, entonces apuntó con su macana hacia una puerta, ¿Acaso era ese un baño? Subí unos escalones y me metí, me encontré con una hilera de hoyos en el suelo, entendí lo que debía hacer, quizás había soñado por un breve momento e imaginé tendría acceso a un baño apropiado y no fue así, por lo menos no tendría que hacerlo donde dormía y después limpiar.
Al salir me volvió a guiar, entonces recibí la sorpresa más grande hasta entonces, tan impresionante fue que paré en seco. "Bienvenido al Rancho Pierce", dijo el hombre. Fuera de ese pasillo de establos, se extendía un campo enorme con plantios, árboles, caminos, corrales, construcciones, fue tan abrumador que tardé en tomar conciencia de la presencia de decenas de personas caminando, trabajando. Había hombres desnudos, y hombres vestidos, entendí que había personas en mi situación y otros como Edward. Ya no solo era un joven secuestrado, éramos ganado. Seguimos caminando y vi hombres arando el campo, otros jalando vagones mientras otros cosechaban cargando el vehículo con cultivo, vagones grandes llenos de pacas de heno siendo jalados por grupos de 4 hombres atados a arneses, un capataz dando latigazos para que avanzarán, entonces llegamos a un corral, era muchas veces más grande que el del señor Benjamin y tenía forma de pista de carreras solo que el suelo era de tierra.
Edward me indicó debía correr, pero a conparación del señor Benjamín, él me daba indicaciones, cuando debía empezar a correr, a qué paso, incluso tomó nota de mis tiempos. De vez en cuando me ofrecía agua y aunque la debía tomar de una cubeta el trato fue distinto a lo que estaba acostumbrado, de todos modos no me quise fiar y obedecía con cautela.
Acabé exhausto, a pesar de las consideraciones, había sido cansado, Edward después me indicó lo siguiera, llegamos a un área techada con mesas de madera, similares a las que se usan en los parques para picnic, el lugar estaba vacío y me dijo que me sentara, hasta ese momento solo había visto personas a lo lejos, un chico delgado y bajito se acercó con un tazón, el muchacho estaba casi desnudo, salvo por el trapo que cubría su entrepierna, y pensé de inmediato en Rodri, si estaba en el Rancho Pierce, él y Tango también estarían ahí. "Ya te iras acoplando a los horarios de los demás ponys, por lo pronto comerás solo", me dijo. El platón tenía una variedad de ingredientes igual a la de esa mañana, disfrutaba cada sabor, poder sacar jugo de cada mordida a la fruta y sentir lo crocante de las nueces.
Después de comer, Edward me llevó a un área de regaderas, que no eran más que tuberías expuestas en la intemperie sobre un piso de concreto y rejillas de desagüe. Ahí el cuidador me hizo duchar ante su mirada, entonces apareció otro joven esclavo, este se notaba más joven y delgado, el chico cargaba una bolsa , de la cual metiendo la mano, sacó un puñado de jabón en polvo y me lo lanzó. Casi al instante por el agua corriente comenzó a hacer espuma, Edward ordenó con señas al chico, este se acercó a mí y empezó a tallar mi cuerpo con sus manos, di un paso para atrás por instinto, pero me dejé, las manos del esclavo eran suaves y hábiles, "Sus pies", ordenó Edward, el chico se hincó con una rodilla y me hizo levantar un pie para ponerlo sobre su pierna, el muchacho lavó mis pies meticulosamente, mis pies se habían vuelto ásperos por caminar descalso y sentí un gran alivio por que al fin les prestaran algo de atención. Estaba disfrutando tanto la ducha que no me di cuenta de mi creciente erección. El chico la tenía a la altura de sus ojos y miraba mi verga casi hipnotizado, por reflejo apreté mis músculos haciendo que se moviera. "Suficiente", dijo Edward. Enseguida me llevaron de nuevo al establo donde me encerraron por el resto de la tarde. Justo antes de dormir, me llevaron otro tazón de comida. ¡Vaya! Había tenido tres comidas en el día, no estaba bien pensarlo pero por mi cabeza pasó que no todo estaba tan mal.
La mañana siguiente desperté de igual manera con el sonido de la macana en los barrotes. Salí y me encontré con Edward quien me dio mi tazón de desayuno, esa vez incluía además de las frutas y avena y nueces un huevo. Comí todo dejando a un lado el huevo, entonces Edward me ordenó comerlo, "Pero…", quise protestar al mostrarle que era un huevo crudo.
"Soy un cuidador considerado Champ", dijo sereno, "Tuviste suerte, no la tientes, hay entrenadores que hacen a los ponys a su cargo comer el huevo entero…", sin más rompí cuidadosamente un extremo y aguantando la respiración pasé el viscoso huevo por mi garganta.
De pronto otro cuidador llegó, abriendo cinco puertas, de adentro al igual que yo, salieron 5 impresionantes hombres jóvenes, todos desnudos, todos delgados y cuerpos marcados, caminaron en fila y mi cuidador me indicó los siguiera. Nos llevaron al cuarto del extremo, donde subiendo unos escalones estaban los hoyos en el suelo. Entramos formados y sin inmutarse los hombres se pusieron de cuclillas a hacer sus necesidades. No fue que me pareciera extraño, ya había compartido establo con Luis, viéndolo y el viendome haciendo de todo, pero ya estaba junto a un grupo de hombres en mi misma situación.
El grupo de cinco fue llevado por su cuidador al comedor, aquel lugar de mesas techado, pero a mí Edward me llevó a otro lugar. "Todavía no estás listo para mezclarte con los demás, hoy haremos una prueba a ver como te va".
"¿Como me va con que?", no me pude aguantar a preguntar, no lo hice desafiante, más bien con intriga.
"En una carrera", dijo de forma natural, como si fuera algo obvio.
Entonces llegamos a un lugar que no podría describir como un estadio aunque tenía gradas. Había una pista, aunque el suelo era completamente de tierra, caminamos solos por el lugar hasta llegar a un extremo donde había unas líneas de salida, admiré el lugar, giré para verlo en todos los ángulos, me imagine el lugar lleno de gente, entonces recordé lo que dijo sobre un carrera, ¿El lugar se llenaría de gente? ¿A ver hombres desnudos correr? Entonces caí en la cuenta, eso no era una pista común y corriente para atletas. Era un hipódromo.
Entonces llegó el otro cuidador con el grupo de cinco, después aprendí que a cada capataz se le asignaba un grupo pequeño de ponys. Una pista de carreras cuenta con 8 carriles, pero esa primera prueba solamente fuimos seis. Nos colocamos en posición, yo fui el único en colocarme debidamente, de pronto sentí eso recorrer mi cuerpo, ese sentimiento previo a una competencia, respiré profundo y entonces dieron la salida. Tan solo arranqué y di unas cuantas zancadas, me vi abrumado por los demás cuerpos avanzando a mis costados, entonces sentí el empujón que me mandó a rodar por el suelo, después de mí otro cayó al tropezar conmigo, rodé en la tierra y miré como el otro hombre que había caído también se levantó sin más a continuar la carrera.
"¡Me empujaron!", grité al levantarme, miré a los dos cuidadores, "Eso no está permitido! ¡Es trampa!", grité indignado.
El otro cuidador sonrió y dijo "Aquí tu no pones las reglas muchacho… aquí quién dice qué está o no mal somos nosotros", entonces cruzado de brazos como estaba rió en tono de burla y se alejó.
"Esta no es una carrera limpia Champ…", me dijo Edward, "Tienes todavía mucho que aprender". Y así fue. Ese día hicimos diez carreras, de las cuales la mitad terminé rodando en la tierra, pero aprendí, tal vez no empujando, ya que venía cargando una ética deportiva muy marcada, pero esquive, salté hasta ganarles ventaja y así gané las dos últimas carreras contra los cinco tramposos. Me sentí orgulloso de mí, había disfrutado estar de nuevo en una pista aunque fuera de esa manera, incluso olvidé por un momento bajo qué condiciones estaba. Después nos llevaron a un pequeño pastizal cercado, había unos cuantos árboles dando sombra en los cuales se sentaron todos a descansar. Hice lo mismo e intenté hacer un poco de conversación sin tener éxito, luego algunos se levantaron y comenzaron a caminar y juguetear, fue extraño ver hombres desnudos fraternizando como si nada, entonces uno que se había quedado descansando me habló, "Somos muy orgullosos", dijo y preste atención sorprendido, "Los cuarto de milla somos muy orgullosos, y más cuando un nuevo gana tan fácilmente".
"¿Fácilmente?", dije, "¿Que no viste como me revolqué en la tierra?" Sonreí.
"Aprendiste rápido", dijo y se levantó a seguir a sus compañeros.
El día siguiente fue similar, otro grupo de cinco distinto al primer día fue llevado al hipódromo donde competimos, nuevamente rodé por el suelo en varias ocasiones pero fui aprendiendo sus técnicas. Por la tarde, Edward ya no me llevó al pastizal a descansar, en cambio, me llevó a un gimnasio de pesas exterior donde me asignó una rutina muy parecida a las que se hacen en crossfit.
Así fue por un mes completo, despertaba para desayunar e ir a practicar carreras, después entrenar y terminar el día con un relajante baño asistido por el esclavo. Por la noche, descansaba mi cuerpo adolorido recostado en el heno, que supuse todos los días iba alguien a limpiar porque había siempre paja fresca. Durante las horas nocturnas, era imposible no tener una ereccion, primero porque ya mi cuerpo se había acostumbrado al relajante sexo que tenía con Luis y más por los sonidos. Si, la orquesta de gemidos provenientes de las demás celdas, donde todas las noches cada uno de los hombres se masturbaba, emitiendo gemidos, gruñidos y el característico golpeteo de piel contra piel.
Y llegó el jueves. No era una fecha en particular, pero aprendería que ese día de la semana fue cuando empezó. Cuando de alguna forma empecé a aceptar mi nueva vida. Esa mañana Edward fue por mi y me llevó a un lugar distinto, entramos a un edificio de una sola planta y luego a una habitación parecida a un sauna, todo estaba cubierto por azulejo blanco, todo se miraba pulcro, entonces entraron dos esclavos, dos chicos delgados y pálidos vistiendo únicamente su trapo. Los dos empezaron a acicalarme, no solo cortaron todo mi vello sino que usaron navajas para afeitar, me puse nervioso, y aguanté la respiración para no moverme mientras lo hacían en mi pubis. Yo ya estaba acostumbrado al proceso, y solo seguí indicaciones. Recortaron un poco mi mohicano, que yo pensé lo cortarian por completo ya que todos los 'ponys' que había visto ahí lo traían al raz.
Después me pasaron a un cubículo sin puerta, en la cual cabiamos perfectamente los tres, ahí había un inodoro y un videt, "Yo puedo hacerlo solo" les dije, no era necesario me asistieran, pero Edward se asomó al oírme y me indicó los dejara.
Entonces un chico tomó una manguera delgada del videt, y el otro chico separó mis nalgas hurgando con sus dedos mi culo, "¡hey! ¡hey! ¿Que pasa?"
"Tenemos que aplicarte un enema", dijo uno de ellos, "Debes de estar limpio para la carrera, al señor no le gusta que los ponys vayan dejando su suciedad por donde pasan…". Ante la mirada de Edward deje los chicos limpiaran mi interior, fue como sentir a Jorge otra vez, cerré los ojos y aguanté, sentía el agua llenar mis intestinos, me quejé pero me decían que aguantara mientras me llenaban de agua para después expulsar todo. Después los chicos me dieron un baño y me secaron, para después cubrir todo mi cuerpo con crema corporal. Estaba listo, limpio, brillante, impecable.
La entrada a la pista fue todo un espectáculo, el jueves era el primer día de carreras, en el cual se presentaban los ponys que competirian esa semana, además de comenzar con las apuestas iniciales, las cuales eran bajas o simbólicas. Desfilamos frente a un aforo de aproximadamente el 30 por ciento del lugar, me pregunté como era que tanta gente nos viera ahí siendo tratados de esa manera, ¿Podría gritar pidiendo ayuda y nadie haría nada?
Eramos el primer grupo de ocho hombres desnudos, nos colocamos en posición hasta que dieron el disparo de salida. Ya había dominado la dinámica, salí disparado tratando de esquivar los empujones y golpes. Llegué en primer lugar, mi respiración estaba agitada, miré a la audiencia que parecía atenta, pero esos pocos aplausos me llenaron de orgullo.
Los viernes era la segunda ronda de carreras, que reducía el número de corredores a los que mejor puntaje obtuvieron el día anterior, los viernes había un poco más de audiencia, las apuestas subían, en su mayoría eran hombres. Era el único en línea de salida en postura correcta para hacer la carrera, en cuanto dieron el disparo corrí con determinación hasta ser el primero en cruzar línea de meta. No pude evitar sonreír al escuchar un vítoreo más fuerte ese día, fue embriagante.
El sábado la cosa escaló, la audiencia era mayor y aclamaban, la carrera se tornó más competitiva, sentía a los demás corredores pisandome los talones literalmente, oía sus jadeos y sentía el aire del manoteo tratando de alcanzarme pero una vez más gané. Miré a la audiencia que cubria casi por completo las gradas, los gritos eran fuertes y un tremendo sentimiento de orgullo me llenaba.
El domingo el lugar estaba abarrotado, había hombres, mujeres, ¡niños! Todos en familia como si del parque o el zoológico se tratara, la gente iba bien vestida como si después de la iglesia se hubieran pasado a las carreras, se notaba el nivel con cada día, el jueves solamente los mirones, para pasar al viernes con los curiosos por las apuestas hasta el domingo con los que no de tomaban las cosas a juego. Supe después que durante la carrera del domingo se trataban negocios, se cerraban tratos, todo entre la gente más poderosa de los alrededores.
Edward se acercó a mi antes de salir y dándome ánimos me indicó saliera dándome una nalgada. De pronto fue avanzando en fila india con los demás corredores, eran ponys que no había visto antes, todos tenían cuerpos esbeltos y musculosos, piel suave y perfecta, todos tenían cortes de mohicano estilizados de diferente manera, uno lo tenía punk con puntas firmes, otro con una larga trenza francesa y así distinguiéndose unos de otros. Empezamos a salir y la gente vitoreaba tan fuerte que era ensordecedor, frente a mi dos corredores iban agarrados de la mano, al salir a la pista levantaron sus manos entrelazadas y ante los gritos de la audiencia se dieron un beso en la boca para avanzar a su posición, después me di cuenta los dos muchachos eran gemelos. Al salir juro que escuché los ánimos elevarse aún más, y pensé que lo hacían por mi y me detuve. Entonces sentí un empujón de hombro. "¡Quitate!", y entendí lo que gritaba la gente, se escuchaba claramente como en coro gritaban "Lla-ma-ra-da", una y otra vez, "¡Lla-ma-ra-da! ¡Lla-ma-ra-da!", el hombre con el cuerpo más imponente que he visto, no solo era alto, sus músculos parecían sincelados en mármol, blanco brillante, pezones rosados, ojos verdes penetrantes y cabello rojo intenso, era un pony pelirrojo. Mi respiración estaba agitada, era la primera vez que competiría con ese grupo. Me puse en posición, respiré hondo, y entonces sonó el disparo.
"Es la carrera principal de esta semana, las apuestas estan echas, los corredores en posición. ¡Listo! ¡Partida! Los ponys salen disparados Bali va por el centro y toma la delantera, Cobalto lo sigue y se acomoda en segundo lugar, mientras que los hermanos Phobos y Deimos los siguen mientras Osiris queda en el último lugar. Pero Llamarada domina la carrera posicionándose en primer lugar haciendo caer a Deimos y Cobalto, Llamarada va adelante con Bali en segundo y Champ en tercero, Osiris sigue en último lugar. Van por la curva y Phobos gana ventaja dejando a su hermano atrás mientras que Champ avanza por el interior. Llamarada va a la cabeza con el segundo lugar disputándose entre Bali y Champ, Phobos en cuarto y Maya en último lugar. ¡Van en la recta final y Llamarada va en la punta seguido por Bali y Champ! Faltan unos metros para conocer el ganador, son los últimos 20 metros y…"
Deje caer un buen rato el agua de la regadera en mi cuerpo, tenía mi cabeza agachada y mis manos apoyándose en el azulejo. Di un fuerte golpe con mi puño en la pared.
"Lo hiciste bien Champ", dijo Edward, lo ignoré, no me importaba que lugar había obtenido, no había ganado. Me llené de frustración y fue evidente mi enojo, llevaba una buena racha desde el jueves que perder la última fue desmoralizador, "Vamos… te están esperando".
Seguí a Edward por una ruta que no había tomado antes, entonces vislumbre la enorme casa, una mansión al estilo plantación sureña, pasamos las columnas blancas del porche y Edward me dio el paso, si el exterior era imponente, el interior era impecable y elegante, subimos unas escaleras hasta llegar al fondo de un pasillo, Edward tocó. "Adelante", dijo una voz. El hombre extendió su mano indicándome pasará, él no entró.
La habitación era un estudio perfectamente acomodado con muebles de madera, libreros que cubrian toda una pared y un gran escritorio que cubría la mitad de la habitación. En medio, en una silla sentado, estaba Jasper Pierce. El hombre se levantó y rodeando su escritorio caminó hacia mí, "Mucho gusto en conocerte Champ", su voz era grave e imponente tanto como su aspecto, un hombre maduro, alto y robusto pero en buena forma, vestía un traje pulcro, "Me han hablado muy bien de ti, creo que serás un buen activo para mí rancho".
"Señor…", dije tembloroso, "Yo… por favor Señor… esto es un malentendido… yo no debería estar aquí, por favor, déjeme ir… si pudiera dejarme contactar a mi familia", pero el hombre puso su grueso dedo sobre mis labios.
"Ben me advirtió todavía no aceptabas tu lugar del todo…", recordé que los dos hombres eran buenos amigos, "Eres un buen corredor, estoy impresionado".
"No gané la carrera Señor…", dije defraudado.
"Un tercer lugar no es nada malo para tu primer carrera con mi grupo elite", agaché mi cabeza, "Estoy seguro que con el entrenamiento apropiado podrás ser mi nuevo campeón, ¿Viste a Llamarada?... el…", e hizo un ademán en su cabeza indicándome la línea por donde pasa el mohicano, aunque su cabello corto sal pimienta estaba perfectamente peinado, "Pero quiero darte la bienvenida al rancho, quiero que sepas que yo trato muy bien a mis ponys, sobre todo a los corredores que me hacen ganar, a ellos me gusta malcriarlos…", entonces poniendo su mano en mi hombro desnudo me guió a un sofá. Se sentó y me indicó hiciera lo mismo a su lado, "Déjame te muestro", sentí un escalofrío cuando puso su brazo sobre mis hombros, entonces el hombre chasqueo sus dedos.
La habitación estaba tenuamente iluminada, no me había percatado de otra presencia en el lugar. Era un joven hincado en un rincón quien de inmediato al escuchar los dedos del señor Jasper se movió enfrente de nosotros.
"Él es mi esclavo personal", dijo refiriéndose al muchacho, su piel era clara y levemente bronceada, su estatura promedio, de complexión delgada no era flaco como los demás esclavos que había visto ni musculoso como los ponys, "Se llama Felipe", su cabello era corto y oscuro, "Es el esclavo más complaciente que pudieras conocer…", noté él no estaba cubierto por el trapo, pero su pene no sobresalía, caía perfectamentepor su pubis escondiéndose debajo, "El complaciente Felipe Andres…", dijo con una sonrisa maliciosa, "Vamos muchacho, dale un masaje de pies a nuestro próximo campeón", el esclavo al cual llamó Felipe de inmediato se hincó frente a mi y tomó mi pie para masajearlo. Debo confesar que aunque era raro recibir el masaje fue relajante. Entonces el señor Jasper se paró, "Voy a prepararme un trago Champ, ¿tomas Whiskey?"
"N-no señor, no tomó alcohol…".
"Tonterías, hoy lo haras", y sin siquiera tomarme en cuenta, nos dio la espalda y maniobrando en una mesita se volteó después de un rato con dos vasos de vidrio con el líquido marrón a la mitad. El hombre volvió a sentarse dándome el vaso, "Anda… toma y relájate", ya había hecho muchas cosas por coersion hasta entonces, que más daba tomar un vaso de licor. El sabor fue fuerte y sentí un ardor extenderse por mi garganta que tuve que toser, el maldito rió de mí. Mientras tanto, Felipe seguía masajeando mis pies, "Dale un masaje como me das a mi todas las noches muchacho…", entonces Felipe sin dudarlo sacó su lengua empezando a lamer mis pies, me estremeci, y quise retirar mi pierna, pero el joven me tenía agarrado firmemente, aunque me había bañado recientemente, había caminado descalzo hasta ahí, debía tener algo de tierra en mis pies, que Felipe no dudó en lamer. Seguí tomando el trago, más por mitigar la incomodidad del momento que por disfrutarlo.
Al no estar acostumbrado a tomar alcohol, hizo que mi cuerpo reaccionará al efecto casi de inmediato. Comencé a sentirme relajado, un calor expandiéndose por todo mi cuerpo, recargué mi cabeza en el mueble y la mano del señor Pierce comenzó a sobarme el pecho. Gemí levemente y cerré mis ojos, la gruesa mano del hombre era suave, sus dedos comenzaron a rondar por mis pezones. Entonces sentí las manos de Felipe subir por mis piernas, para después pasar acariciando mi cintura. Levanté mi cabeza, y protesté, le dije que no quería.
"¿Que no quieres?", dijo sonriendo el señor Jasper, "Dicelo a tu amiguito…", cuando bajé la vista, mi verga estaba más dura que nunca, la agarré, estaba tiesa y no me había dado cuenta. Entonces el hombre movió mis manos dejando el paso libre a su esclavo, "Felipe también está feliz… solo que no lo notas porque mandé ganchar su pene en su perineo con un 'príncipe Alberto' ".
Felipe engulló completamente mi verga, gemí sintiendo su calida y húmeda boca, el muchacho sabía mamar, era un experto, se la metía por completo sin ahogarse, sentí su nariz pegada a mi área pelvica sin siquiera activar su reflejo. El señor Jasper siguió masajeando mi pecho, poniendo especial atención a mis pequeños pezones ovalados. Entonces comencé a jadear, estaba cerca, avisé estaba por terminar, el señor Jasper agarró a Felipe del cabello con su puño y le ordenó ordeñarme con su boca, "No tragues muchacho". Me vine con un gran gemido, depositando toda mi leche en la boca del esclavo. Recuperé el aliento y el señor Jasper me pidió ponerme de pie.
Después ordenó a Felipe mover un mueble raro al centro del estudio. "Este es el potro Champ… quiero que lo conozcas". El señor Jasper me pidió reclinarme sobre él, era un tablón acolchado con cuatro patas, sin siquiera imaginarme que era yo me recosté sobre él, estaba tan acostumbrado a obedecer que lo hice, en seguida Felipe que tenía todavía su boca llena de mi semen se movió a mis piernas y aseguró mis tobillos con dos grilletes. "¿Que pasa?", pregunté nervioso, estaba cayendo nuevamente en el juego, pero esa vez había estado tan relajado que no me di cuenta de lo que iba a ocurrir. Quise luchar pero el señor Jasper me sometió por la espalda con una macana, presionado fuerte sobre mí para que Felipe pusiera grilletes en mis muñecas. "¡No por favor! ¡no! ¡no lo haga!", supliqué.
"Lubrica su culo muchacho", dijo el hombre haciendo que su esclavo fuera detrás de mí para hincarse y abriendo mis nalgas depósito mi propia leche en mi culo, el chico comenzó a chuparme mientras yo gritaba pidiendo que pararan. Entonces el señor Jasper se paró enfrente de mi, alcé la cabeza que la tenia a la altura de su entrepierna y vi como el hombre quitaba su hebilla, para después abrir su pantalón. "No, ¡no por favor!".
Jasper Pierce dejó caer su pantalón y su ropa interior, para ser un hombre maduro estaba en buena forma, aunque no era el momento para reconocerlo. Su verga rebotó como resorte, era gruesa, sus venas estaban hinchadas y su gruesa cabeza estaba enrojecida, el hombre me agarró del cabello y levantó mi cabeza haciéndome tragar su pene, yo no era un experto como Felipe y di arcadas involuntarias, el señor Jasper rió, "Cuidado muchacho, chupala bien, me gusta estrenar a mis ponys y vas a necesitar que resbale bien…".
Cuando el hombre decidió que estaba listo, caminó detrás de mí y agarró mis nalgas apretandolas, con sus pulgares las separó para tener acceso a mi culo que escurría con mi propia leche, entonces con una seña hacia su esclavo, el chico se acercó a agarrar la verga de su amo y la guió a mi hoyo. Yo grité al sentirlo en mi entrada, el hombre empujó, y aunque mi esfinter no había cedido resbaló haciéndome gritar de dolor, luché por moverme y no podía, gruñi por la impotencia, la verga gorda iba avanzando dentro de mí abriéndome el culo, dolía más que la primera vez, era un pene más gordo que el de Jorge. El hombre duró lo que pareció una eternidad, estaba aferrado a mi cintura mientras hacía chocar su pelvis a mis nalgas, los gemidos graves no paraban, sus manos comenzaron a acariciar mi espalda y mi dorso, yo quería que parara, no soportaba más, las lágrimas empezaron a brotar.
"¿Quieres que paré?", preguntó ante mis súplicas, "¿Quieres que te la saque?", rió burlonamente, "Entonces porque la tienes parada?", rió estruendosamente. No entendía, me estaba violando y mi verga estaba dura otra vez, "Hazlo venirse otra vez muchacho".
A pesar de mis súplicas, Felipe se hincó para masturbarme, mi pene seguía como piedra. Y el hombre no paraba de bombearme el culo, no comprendía como un hombre maduro podría durar tanto. Entonces me vine una segunda vez, Felipe no paró lo cual hizo tuviera espasmos por el orgasmo arruinado al seguir estimulandome que hizo apretara mis músculos lo cual generó que el señor Pierce se viniera también llenándome de su caliente leche.