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¡Gracias! ---
Víctor me besa apasionadamente y me empuja contra la pared. Con mis manos recorro su torso desnudo hasta llegar a sus nalgas, sólo cubiertas por su ropa interior. Deslizo mi mano por debajo de la misma mientras Víctor me lame el cuello. Suena el teléfono, pero decido ignorarlo. El teléfono continúa sonando, y la escena se disuelve abruptamente.
Otra vez con el mismo sueño erótico. Abro los ojos totalmente desorientado, y atiendo el teléfono que está sonando en la mesa de luz.
- Hola David.
Respondo con un gruñido al saludo de mi padre.
- Disculpame, pero me llamaron de emergencia de la seccional por un asesinato y tuve que venir a hacer el levantamiento del cuerpo. Te llamo porque no voy a poder llevarte al colegio para el viaje de egresados.
Mi padre trabaja como perito en criminalística en la policía. No es extraño que reciba este tipo de llamadas a cualquier hora de la noche. Lamentablemente, Buenos Aires es cada vez una ciudad más violenta. Todavía algo aturdido, le respondo.
-
Está bien, no te preocupes.
-
Tendrás que apurarte. No pude llamarte antes, pero de todas maneras te dejé dinero para un taxi.
Eso sí que es extraño. Mi familia tiene prácticamente una aversión genética a los taxis. No es que no tengamos dinero para poder tomarlos, sino que preferimos cualquier alternativa viable.
-
Gracias viejo, no era necesario.
-
Bueno, dale, tengo que seguir trabajando. No sabés qué precioso panorama tengo frente a mí. Un beso y pasalo muy bien.
-
Un abrazo viejo.
Después de cortar la comunicación, decido quedarme un rato más en la cama. Tengo tiempo de sobra para llegar al colegio, teniendo en cuenta que iré en taxi. Pienso en mi sueño. Es un sueño recurrente desde que comenzó este año en la secundaria. Mi problema es que no son sólo sueños, sino que me siento cada vez más atraído por Víctor. Hasta ahora, no había notado ningún interés por los hombres, sino que de hecho he tenido ya mis escarceos con alguna chica que otra.
Todo cambió el año pasado, cuando Julián se encargó decirle a toda la clase que Víctor era puto. No es que Víctor fuera un amigo muy cercano, pero lo cierto es que mi primer reflejo fue tomar distancia de él. La homosexualidad no era algo que me había tocado de cerca hasta ese momento. Cada vez que mi padre o mis hermanos mencionaban el tema, lo hacían con palabras despectivas. La cuestión es que comencé a ver a Víctor con otros ojos, como de quien descubre una nueva especie animal. Víctor era gay, era diferente, pero a primera vista no veía que nada hubiese cambiado en ese chico tímido con el que había compartido toda mi vida escolar. A pesar de todo lo que estaba pasando, él parecía mantenerse inmutable.
Valiente. Me di cuenta de que Víctor era valiente, y con ello comencé a sentir admiración por él. Siempre conservando la distancia, claro. No quería que nadie me asociara con un gay. Pensándolo bien, esa fue la trampa. Esa distancia fue convirtiéndose en misterio.
Víctor me parecía inalcanzable y con el comienzo del último año de clases, lo comencé a ver con ojos totalmente diferentes. Cierto es que durante el verano había pegado lo que las madres llaman el estirón, pero no sólo era eso, sino que también su físico se había moldeado mucho más. En el vestuario, después de las clases de educación física, tenía que hacer grandes esfuerzos para no quedarme mirándolo cuando se cambiaba luego de nadar. No tardé en darme cuenta de que sentía una verdadera atracción por él. Ya no sólo admiraba su valentía, sino que también tenía ganas de tocarlo, de acariciarlo.
¿Por qué me pasa esto? Eso me preguntaba una y otra vez. ¿Qué dirían mis padres y mis hermanos? Esperaba, deseaba, que fuera algo pasajero, pero siempre volvía a pensar en él. Últimamente, además de pensar había comenzado a soñar con él. Todo lo que reprimo en mi pensamiento aflora en mis sueños sin freno de ningún tipo.
- David, ¿vos no te ibas de viaje de egresados?
Es mi madre que se ha levantado para ir al baño. Ha pasado mucho más tiempo del que creía pensando en lo que siento por Víctor y no sólo he consumido el margen que había conseguido con el viaje en taxi, sino que se me está haciendo tarde.
- Sí, voy un poco tarde... Me voy a duchar ya.
Dicho esto, tomo mi ropa y voy rumbo al baño. Me cruzo con mi madre, que me mira sin mirarme. Hace más de tres años que sufre una especie de depresión crónica, pero la verdad que ahora no tengo ganas de hablar de ello.
Creo que nunca me duché y vestí tan rápido. Tan pronto como acabé, me pongo a buscar el dinero para el taxi. Finalmente lo encuentro en la puerta de la entrada, con una nota al lado de una cajita que dice:
"Disfruta el viaje de egresados. Te dejo un regalito para que además lo hagas de manera segura."
Es una caja de condones. Me pongo colorado al instante. Menos mal que mis hermanos siguen durmiendo, sino sus bromas van a tener combustible para rato. De todas maneras, no hay tiempo que perder, tomo el dinero, la nota y la caja de preservativos y paro el primer taxi que pasa.